miércoles, 27 de octubre de 2010

Ejemplo de dignidad hasta el final. Carta de Rafael Velasco a los medios de Sevilla


Como ya es conocido, he renunciado a mi cargo como vicesecretario general del PSOE de Andalucía y al escaño en el Parlamento Andaluz en representación de la provincia de Córdoba.

En un principio pensé marcharme de la política como entré, en silencio, pero a la vista de las múltiples estipulaciones, comentarios y valoraciones, creo que es mi obligación explicar públicamente las razones que me han llevado a tomar esta decisión.

La razón es muy sencilla. Esta decisión la he tomado por dignidad; por dignidad política, por dignidad personal y por dignidad familiar. He considerado que la campaña de acoso y derribo desarrollada contra mí y, lo que más me duele, contra mi mujer, sin que se haya aportado ningún dato del que se pueda derivar algún tipo de responsabilidad, no ya punible, sino éticamente reprochable, me ha originado un daño personal y familiar de consecuencias insoportables.

En cuanto a las consecuencias políticas que pudieran derivarse de esos infundios, he intentado con mi dimisión que no puedan causar daño alguno ni a mi partido, ni a mis compañeros, ni a los dirigentes del PSOE.

He de decir que de ellos he recibido en estos momentos difíciles apoyo, confianza y lealtad, y que tanto el secretario general y presidente de la Junta de Andalucía como otros dirigentes hicieron todos los esfuerzos posibles, con miles de razones, para disuadirme de tomar esta decisión; pero esas miles de razones no pudieron con la razón más fuerte: La razón del corazón.

Quiero agradecer a Pepe Griñán su comprensión, su amistad y su apoyo.

Soy consciente de que quienes han orquestado esta campaña pueden argumentar que mi decisión corrobora lo acertado de su ataque, pero eso se debe a que, acostumbrados a la indignidad, no son capaces de comprender que las actitudes limpias y valientes están por encima de los intereses personales e incluso de las estrategias partidistas.

Afirmo con absoluta rotundidad que las subvenciones que mi mujer ha percibido para cursos de formación han estado plenamente justificadas, tramitadas y concedidas en las mismas condiciones que cientos de centros similares que desarrollan esta misma labor en toda Andalucía.

Igualmente, reitero que jamás he influido ni intervenido en las gestiones de dicho centro ante la Administración andaluza y siempre he permanecido al margen de la actividad profesional de mi mujer.

Asimismo, quiero dejar constancia de que los servicios jurídicos del Parlamento han declarado compatibles el ejercicio de mi labor como parlamentario y la actividad laboral de mi mujer. Me refiero a este dictamen sólo para insistir en la total limpieza política, legal y ética de mi comportamiento, y niego cualquier trato de favor o ejercicio de influencia política.

Además, he de dejar constancia de que la responsabilidad personal y profesional de mi mujer me hubiese impedido hacer, o intentar hacer, algo de lo que se me acusa.

A pesar de todo esto he dimitido y lo he hecho, insisto, por dignidad personal y por coherencia política con lo que siempre he defendido y siempre he practicado, que es la ejemplaridad obligada en las conductas públicas y privadas de quienes nos dedicamos a la política.

Como tengo la certeza de que ni mi actuación ni la de mi mujer pueden ser objeto de reproche legal, quiero pedir, como cualquier ciudadano, respeto a mi derecho, el de mi mujer y el de mi familia a la intimidad y al honor.

Y por último, quiero agradecer a mi amigo Pepe Griñán, el cual ha estado presente en los momentos políticos y personales más importantes de mi vida, su comprensión, respaldo y amistad política y afecto personal.

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