domingo, 10 de abril de 2011

Pizarro o la última oportunidad de fortalecer a Griñán

Pizarro y Griñán en el momento de la dimisión de Velasco el pasado mes de octubre. EFE


ZAPATERO no quería ruido hasta después de las elecciones municipales del 22 de mayo. El PSOE debía transitar en silencio hasta esta cita para concentrarse en la campaña electoral y evitar a toda costa que la interferencia de las primarias alterase los tiempos diseñados por él. Alfredo Pérez Rubalcaba y Carme Chacón, los candidatos virtuales, se conjuraron para no dar pistas a nuevas especulaciones. Pero el ruido le llegó del sur. Y de qué modo: la dimisión del consejero de Gobernación, Luis Pizarro, se coló en las primeras páginas de los periódicos nacionales, en las noticias de apertura de los informativos de televisión y en las columnas de todos los opinadores. 

Lo cierto es que hacía muchos meses que el consejero de Gobernación no se sentía a gusto en ese Gobierno. Un militante de este tipo, curtido en muchas peleas internas, aguanta más. A Pizarro, por ejemplo, no se le vio un mal gesto cuando la Ejecutiva federal, la de Ferraz, se negó después de las elecciones autonómicas del año 2008 a que Manuel Chaves le nombrara secretario general del PSOE andaluz y aguantó, estoicamente, que en el congreso extraordinario de marzo de 2010 se quedase sin ningún puesto en la Ejecutiva. El congreso fue duro para él: aquel día, la transición que Manuel Chaves y Luis Pizarro habían diseñado saltó por los aires. Los problemas de bicefalia sacaron a ambos de la Ejecutiva, y Griñán se hizo con la secretaría general. Pero no fue eso; lo más duro llegó a las dos semanas. Griñán cambió de Gobierno, y del Ejecutivo salieron todos los consejeros afines a Pizarro y que participaron en la operación para colocar a Griñán como sucesor de Chaves y evitar que Mar Moreno, la preferida de Madrid, tomase el poder. Luis Pizarro se quedó solo, y en ese momento también pensó marcharse. Casi lo tienen que parar.

Luis Pizarro. EFE

Si no querían ruido, tuvieron truenos y bastantes chispazos, porque la renuncia del consejero ha dejado al descubierto que el liderazgo de José Antonio Griñán, presidente de la Junta y secretario general del PSOE andaluz, sigue  siendo un asunto pendiente que, probablemente, no se resolverá hasta la prueba definitiva de las urnas. Por eso, el encontronazo entre Pizarro y Griñán –uno nacido en Alcalá de los Gazules en 1947 y el segundo, en Madrid en 1946– también debe ser entendido como eso: como un aviso a navegantes, como un golpe de autoridad de la nueva dirección socialista de Andalucía ante futuros movimientos contra la candidatura del presidente. Con el paso de los días, parece que Griñán ha ganado el pulso.  

1 comentario:

  1. Espero que salte todo por los aires de verdad y que desaparezca esta casta de políticos que tienen adormilada Andalucía. Fuera el clan de los Gazules y el Psoe andaluz en general, aunque la única alternativa sea el PP, lo prefiero a seguir alimentando a esta mafia.

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