jueves, 31 de enero de 2013

Quién soy yo y para qué estoy aquí, claves del storytelling en política


Siguiendo con el artículo de la semana pasada “Todos necesitamos comunicar una visión” y en un momento en el que casi todas las formas del discurso racional están marcadas por la sospecha, únicamente que comuniquemos eficazmente nuestro relato parece poder conectar emociones en política. Los análisis y las previsiones o balances partidistas causan un cuestionamiento permanente de todo lo que dicen o hacen los políticos, y sólo el recurso al relato, al Storytelling, permite abrir un resquicio en los mecanismos de autodefensa de los ciudadanos. Pero aclaremos, esto no es Storytelling:







Y no lo es porque no tiene principio, desarrollo y enlace como relato. Este es como mucho, el mejor ejemplo que he visto en España, de lo que NO es la herramienta o recurso de Storytelling. Como muy bien dice Antonio Núñez, hay que tener muy claro que el relato no es el “lacito mono” que se pone al final de un discurso (como es este caso). Es algo que debe trabajarse y que debe contener una secuencia de acontecimientos, conflicto, emociones, sensaciones, verdad y sentido, además de la estructura secuencial de un relato, como decimos, principio, desarrollo y desenlace.
Un buen relato debe poder percibirse con los cinco sentidos porque las palabras poseen su propia melodía, huelen, saben, tienen tacto y color y sobre decir que con ellas debemos lograr una buena combinación de sensaciones. Con ella, definimos la realidad de los demás. Asimismo, es muy importante controlar el timing de un relato y saber organizar las emociones positivas y negativas que va a producir. Esto sí es storytelling:




José Montilla o el increíble hombre normal





Javier Maroto, alcalde de Vitoria-Gasteiz 




Si hay algo que puede dar un valor diferencial en política es saber apostar por el storytelling personal de nuestro candidato/a, o lo que es lo mismo, ser capaz de dar respuesta mediante relatos a preguntas como quién soy yo y para qué estoy aquí. Del mismo modo, ya decíamos que el relato personal ha de ser visionario, comunicando una visión de futuro que provoque acción y sea ejemplo educativo y ético. Porque el storytelling es mil veces más eficaz que la simple propaganda, pues sin necesidad de cambiar la forma de pensar de la gente la hacen participar de una visión conjunta.








Maestros
En las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008, el storytelling, que ya venía creciendo desde mediados de los 90, estalló definitivamente. La campaña electoral se convirtió en un gran teatro virtual, en el que cada uno había creado una historia, sobre todo, Obama, que ya con sus primeras palabras en las primarias demócratas de Iowa (Decían que este día nunca llegaría) concibió una historia de predestinación, la idea de que con el apoyo de todos los Estados Unidos podrían cumplir el Sueño en mayúsculas, el “I have a dream” de Martin Luther King. Y la maquinaria del storytelling se puso en marcha, apoyándose en la explosión de las redes sociales. Habían creado el cuadrado mágico: un storyline (contar una historia capaz de constituir la identidad narrativa del candidato), un timing (asentar la historia dentro de los límites del tiempo de la campaña, y gestionar los ritmos), el framing (enmarcar el mensaje ideológico creando metáforas), y, finalmente, el networking (crear la red en internet y físicamente para que replicara y diera consistencia al storyline).

Recuerda: quién soy yo y para qué estoy aquí.







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro (René Descartes)